El peregrino no ha de reparar ni detenerse en fantasmas o figuras amenazantes... ¿Las hay, no las hay? No es cuestión de discutir acerca de estas cosas sino de olvidarlas o, por lo menos, no considerarlas ni valorarlas más allá de los límites de la prudencia y de un buen discernimiento. El espíritu tiene virtud y fuerza para levantarnos por encima, más allá, de tantas angustias, de tantas sombras falsas o no tan falsas. Lo que importa es esto: aprender a remontar vuelo en las alas del alma e imperar, confiando siempre ne la gracia, sobre los lastimeros acentos de cuestiones y preocupaciones.
Respira hondo, vuelve una y otra vez al respiro profundo... ¿Somos solamente nosotros? ¡No! Descubramos la verdad escondida de una Vida que nos supera y se nos da con ternura infinita.
Alberto E. Justo