Es este capítulo uno de los más fundamentales en la vida de oración. A pesar de la tentación y de la duda, a pesar de la impresión de "perder el tiempo", la actitud primera, la más fecunda en el orante, parte del silencio y de la atención. Es receptividad, acogida y abandono. Siempre en la Fe, con la conciencia de la Presencia que no desaparece jamás.
Es posible que veamos más allá... No interesa tanto esto cuanto la sencillez de la apertura fecunda del corazón. Es preciso regalar a Dios aún lo que tenemos por inútil... Es preciso callar aunque no resuenen los ecos soñados... ¿qué son esos "ecos"? La Ausencia aparente encierra un maravilloso secreto que es la plenitud (digámoslo así) de una Presencia inefable.
Seguir, pues, de camino y acoger el Don de Dios. El Espíritu ora en nosotros y nos regala su paz...
Todo es ahora. La oración es YA. No es mañana, es ahora. El silencio siempre está y el corazón ora si nosotros así lo deseamos.
Alberto E. Justo