El “camino directo” es un gran
hallazgo en la vida nuestra, en nuestra peregrinación. Porque hay tantos
detenimientos e ilusiones que corremos el riesgo de quedar atrapados en cualquier
esquina, tal vez suponiendo que por allí va la senda “segura”. Pero no es así.
El “camino directo”
comporta un respiro que no acaba, como nos acontece cada día cuando no podemos
suprimir el aire que penetra en nuestros pulmones y actualiza, a cada instante,
nuestro vivir (por decirlo así).
La “vida verdadera”
está “por encima” y más alta que todas las ilusiones y que todos los
intermediarios que tanto dificultan nuestro andar...
Si quieres acertar
ve directamente aunque la soledad te atemorice un poco. Y es que no importan
esas pequeñas vacilaciones de nuestra “debilidad”. Ellas, en cambio, nos
enriquecen y nos estimulan a ese “paso más allá”, a la trascendencia, que es la
verdadera liberación.
Ve, pues,
directamente a Dios, con total confianza, más allá de esas “condiciones” o “dudas”
que suenan por ahí.
Que nuestra
plegaria no sea mezquina. Nada más...
Alberto E. Justo