"¡Alégrate, llena de Gracia, el Señor es contigo!" Hemos dicho algo "tan grande"... "El Señor es contigo"... Pero atrevámonos ahora a atender lo que la Madre de Dios nos repite, esta vez a nosotros: "el Señor es contigo".
Por tanto nada de dudas ni de reparos... No necesitamos que nadie nos lo diga ni nos lo certifique, ni nos dirija un "documento" para convencernos de la autenticidad. Muchos pretenderán sentenciar lo que no les pertenece o lo que ignoran, pero sabemos muy bien que Dios llena nuestro corazón y que Su Presencia es don inefable que no se define, ni se justifica.
Alberto E. Justo