El camino puede parecer arduo
y demasiado largo... Es de “aquellas cosas” que no acaban. Por lo menos así lo
experimentamos a veces.
Pero la “mirada honda”, que descubre profundidades cada vez
más inauditas, abre espacios insospechados y renueva nuestra búsqueda. Porque
nada hay sin profundidad. El paso no se cierra, nuestra perseverancia lo abre. Es
preciso insistir y con coraje. El paso está oculto pero abre a un horizonte
inmenso.
Así es la senda de la oración. Obra de Dios y permanente invitación
a la perseverancia. Es el mismo camino del silencio: atender, prestar atención
a la brisa suave del bosque, al murmullo sereno de una soledad que se
transfigura y se brinda hasta cuando hay ruido... No digo “en” el ruido, sino “a
pesar del ruido”.
El Maestro Eckhart nos enseña a no estar “en” las cosas,
sino cabe ellas. Y entre nosotros y todas ellas puede haber una distancia
infinita que depende de la intención y del “desprendimiento” nuestro.
Suelta, pues, y deja rumores y sonoridades vanas. Abandona y
permanece en tu corazón.
Alberto E. Justo