miércoles, 22 de mayo de 2013

sendas de oración


El camino puede parecer arduo y demasiado largo... Es de “aquellas cosas” que no acaban. Por lo menos así lo experimentamos a veces.
         Pero la “mirada honda”, que descubre profundidades cada vez más inauditas, abre espacios insospechados y renueva nuestra búsqueda. Porque nada hay sin profundidad. El paso no se cierra, nuestra perseverancia lo abre. Es preciso insistir y con coraje. El paso está oculto pero abre a un horizonte inmenso.
         Así es la senda de la oración. Obra de Dios y permanente invitación a la perseverancia. Es el mismo camino del silencio: atender, prestar atención a la brisa suave del bosque, al murmullo sereno de una soledad que se transfigura y se brinda hasta cuando hay ruido... No digo “en” el ruido, sino “a pesar del ruido”.
         El Maestro Eckhart nos enseña a no estar “en” las cosas, sino cabe ellas. Y entre nosotros y todas ellas puede haber una distancia infinita que depende de la intención y del “desprendimiento” nuestro.
         Suelta, pues, y deja rumores y sonoridades vanas. Abandona y permanece en tu corazón.

         Alberto E. Justo