En realidad no lo sabemos muy bien... En horas de prueba desaparecen los "lugares" para dejar paso y espacio a una dimensión más alta y hasta "definitiva."
Nos preguntamos hoy, como ayer, ¿dónde está el Cielo? ¿Allí arriba, bien lejos?
Deja de hacer conjeturas y no imagines. Conoces el Cielo, más aún: lo ves, lo descubres cuando el dolor aparta tu vista de las reiteraciones que se suceden en la escala por la que subimos.
La Voz del Señor insiste: -NO TEMAS. ¿Tantas veces contigo -nos repite- y aún no sabes que Yo estoy en el Padre y el Padre está en Mí?
Pero asaltan las dudas, las tentaciones; y la severidad de una "hora" que no podemos calificar, nos deja perplejos.
¡Dimensión más alta! ¡Pobre expresión la mía, que no alcanza a decir nada!
El Señor vuelve a repetir: -¿Por qué te confundes y te agitas ante los problemas en vez de dejarme al cuidado de todas tus cosas? Huye de las preocupaciones angustiosas y de los pensamientos acerca de lo que pueda suceder después... Cierra los ojos y confía...
Suavemente vibra un llamado que es antiguo y que es nuevo... Es la Voz permanente e indudable del Amor Primero...
Alberto E. Justo