Comenzamos hoy con un texto del Dr. Gregorio Marañón: "(...) nosotros sabemos bien que no son las largas horas de esfuerzo e insomnio las responsables de las miserias de ahora, sino la ansiedad de la lucha, la tensión dolorosa, la ambición, el mismo sentimiento del triunfo, la "agresión emotiva" en suma, las que han labrado la esclerosis prematura de las arterias y la limitación senil de las aptitudes psíquicas.
"Si fuese, pues, posible una pedagogía afectiva, nosotros aconsejaríamos a los jóvenes que nos escuchan: trabajad mucho incluso sin medida, si vuestra ambición os impulsa a ello. Pero reservad vuestra emoción, administrarla a la dosis precisa para dar interés y generosidad cordial a vuestra obra. Sin embargo, ¿habría nada más absurdo que este consejo?
"Porque el hombre, el dueño del planeta, de nada es menos dueño que de su vida afectiva. Aun los que tienen fama de serlo, los varones fuertes, en realidad sólo dominan el mecanismo de la expresión emocional que en gran parte es de inervación voluntaria y muy susceptible, por lo tanto, de ser educado. Pero la convulsión orgánica vegetativa de la emoción se produce al choque inmediato de la realidad, sin defensa ni atenuación posible; y sin que valga el hábito para impedirla. Tenemos a flor del espíritu el mecanismo receptor de las emociones, grandes o pequeñas, y por ello somos sus esclavos.
"La emoción, por lo tanto, nos hiere a todas horas sin darnos cuenta de su agresión y sin que podamos defendernos de ella; y esta agresión alcanza la totalidad de nuestro organismo..." (F.Pérez Gutiérrez "La juventud de Marañón" Madrid 1997 p.449)
Si esto es así las guerras más terribles que azotan la humanidad ahora consisten en las agresiones que se deslizan de hombre a hombre, en el uso y empleo -¡tantas veces inconsciente!- de sutilezas angustiantes que el mismo "depredador" ignora. Hay quienes poseen no sé cuál instinto agresivo que da en el blanco, hasta sin intentarlo, alcanzando a la víctima que no puede defenderse.
Sólo el Misterio inmenso e infinito de la Cruz puede darnos la apertura necesaria. Volveremos sobre todo ello. Porque cuando el hombre está "desarmado" ataca con otros medios, en los cuales la lengua, las intenciones no manifiestas, la mentira, el engaño diminuto, la intriga, y mil cosas más, juegan un papel decisivo cada día y cada hora.
Alberto E. Justo