En ocasiones, repetidas con no poca frecuencia, lamentamos detenimientos y fracasos... Esto es: lo lamentamos. La experiencia de los límites nos hace retroceder o nos detiene, tal vez en un lugar no deseado. Pero el hecho es ese: nos detenemos y un vago sentimiento de frustración no nos deja en paz. Y esto es así porque no acabamos de convencernos que nuestra vida no consiste en los éxitos o en el aplauso estridente: y que nuestra vida es silencio, y nada hay tan fecundo como el silencio.
¡Anímate a perder! Anímate a pasar de largo, a no detenerte en las necedades de triunfadores y triunferos (sic). No desfiles ante los ojos atónitos de los que todo olvidan. Deja, deja las cosas allí donde están. Que no irán a buscarte o a pedirte lo que tu piensas que posee algún valor... Lo que juzgas bueno será siempre tenido por carente de "interés". Deja y sigue... Como Virgilio dice a Dante:"no ragioniam di lor, ma guarda e passa." No hay métodos para protegerse de lo mediocres. Deja, por fin, no dudes que es Dios Quien obra...
Los errores te servirán para aprender no poco... ¿qué más da? Deja, sigue y confía.
Alberto E. Justo