En las horas más sombrías brilla una luz... Escondida, desde luego, pero presente, que dispersa las tinieblas, en la oculta esfera de cada día.
Hoy mismo la descubrimos, recibiéndola, jamás rechazándola. Porque las jornadas que se suceden aparecen tal vez como engañosas... ¿Por qué?
No hemos de olvidar que nuestra atención se desvía hacia lo perecedero, que -en efecto- damos importancia excesiva a lo que no la tiene, confiando en lo que mañana no ha de estar...
Volvamos sin cesar al pesebre de nuestra cuna, en el silencio y la soledad del corazón. Admitamos que olvidamos el camino o que chocamos con nosotros mismos y nos enredamos en proyectos y mareas.
¡La Mirada del Señor! Sin duda alguna Él vela por nosotros. Sus Ojos están en nuestras entrañas... Que Su Luz Infinita nos alumbre siempre.
Alberto E. Justo