¿Qué es la sensibilidad? ¿Qué
queremos decir con ella, cuando hablamos o nos justificamos por lo que sea?
La diferencia entre las “sensibilidades” es un hecho de gran
importancia en el trato humano y es una “desigualdad” que, desde luego, debe
ser respetada y tenida en cuenta en la vida espiritual.
Nunca podrá lograrse una uniformidad ni tampoco “destruir”
las características, digamos “personales”, en aras de un “ideal” abstracto o de
un horizonte “ideológico” cualquiera. Por eso los caminos difieren y no todas
las acciones poseen el mismo valor ni tienen el mismo eco, aunque el resultado
parezca idéntico...
Entramos, aquí también, en un ámbito de “misterio”, ya que
el secreto de cada uno es siempre un abismo inabarcable... Se ha dicho: “no hay
enfermedades sino enfermos”, y esto es verdad sobre todo cuando consideramos el
valor profundo de “nuestras” cosas.
¿Sufren algunos más que otros? Esta respuesta pertenece a
Dios, pero sabemos, sin hacer ni subrayar “medidas” que no conocemos, que la
diferencia es un hecho y uno puede “sentir” el dolor con mayor severidad que
otro...
Ahora bien: ese dolor o sufrimiento “profundo” y “secreto”
es de una fecundidad inimaginable, porque solamente tiene a Dios por testigo y únicamente
Él conoce y es autor de su sentido.
Es tema de meditación y de consuelo... No hay modo ni regla
que pueda “sumergir” todo en lo mismo. Sepa el médico, sepa el confesor, el
maestro, lo que una madre sabe por su instinto de madre: “ no puede tratar a
todos sus hijos de la misma manera.”
Alberto E. Justo