martes, 2 de julio de 2013

La morada verdadera está escondida

De nuevo en el bosque... ¿Por qué? ¿No hablamos también del Desierto y del Mar? Todas estas imágenes pueden convertirse. Quizá porque hay una sola que está más allá de todas y se asoma en múltiples manifestaciones, espejos lejanos de una realidad siempre mayor.
Ermita o claustro, cabaña o casa de castores... Hondura misteriosa que es, de algún modo, el “lugar”. En suma: montaña o estrella, todo indica y señala una suerte de “espacio” trascendente que es morada y que es profecía. Anuncio y presencia inmediata: sonoro y silencioso “YA”.
Vamos de camino y siempre llegamos. Es tan grande que no lo podemos diseñar. Pero en la “rosa que no tiene porque”, en el instante, ha brillado su luz. Esplendor que parece un relámpago que, al atravesar el cielo, nos abre el campo y el tesoro en él escondido...

         Alberto E. Justo