De nuevo en el
bosque... ¿Por qué? ¿No hablamos también del Desierto y del Mar? Todas estas imágenes
pueden convertirse. Quizá porque hay una sola que está más allá de todas y se
asoma en múltiples manifestaciones, espejos lejanos de una realidad siempre
mayor.
Ermita o claustro, cabaña
o casa de castores... Hondura misteriosa que es, de algún modo, el “lugar”. En
suma: montaña o estrella, todo indica y señala una suerte de “espacio”
trascendente que es morada y que es profecía. Anuncio y presencia inmediata: sonoro
y silencioso “YA”.
Vamos de camino y siempre
llegamos. Es tan grande que no lo podemos diseñar. Pero en la “rosa que no
tiene porque”, en el instante, ha brillado su luz. Esplendor que parece un relámpago
que, al atravesar el cielo, nos abre el campo y el tesoro en él escondido...
Alberto E. Justo