Nos hemos internado, en el
bosque, más allá de todas las apariencias. Ante el ruido ensordecedor de la
tarde, bañada de calor y de excesiva luz, de tensiones, de augurios y
expectativas, logramos escapar más a lo hondo y descubrir el bosque amable y su
silencio.
Pero ¿quién se ha
“internado” en el bosque? ¡Menuda cuestión! Porque no acabamos de asegurarnos
que “ese” mundo ruidoso y clamoroso sea algo nuestro. Nada de ello nos
pertenece y cada día nos descubrimos más lejos... Entonces: ¿quién se atreve a
desafiar lo que no puede comprender?
Entonces, entonces:
CALLAR. ¿Qué es lo primero que encuentras en el bosque? Yo diría, así no más:
Silencio. La pregunta se desliza entre árboles, pajarillos, flores, insectos
viajeros, infinidad de plantas y signos admirables de vida... El bosque es una
esplendorosa manifestación de vida. Pero es SILENCIO. Nada responde ni pretende
responder a las inquisiciones habituales... Nada.
Venimos de
“otro” (horrendo) nivel. Nuestras espaldas cargan terribles curiosidades e
infinitas cuestiones. Nudos, nudos y más nudos. Que si esto, que si aquello.
Bolsas de basura. ¡Hasta “reglamentos” que torturan nuestro cuerpo!
¿Cómo llegamos
al bosque? Pues caminábamos rápidamente, esquivando mil multitudes, temiendo
caer aplastados por esos empujes sin razón ni dueño. Mujeres de cualquier
perfil hablaban y hablaban en voz muy alta, profiriendo vocablos soeces. Prisas
de todo tipo, quizá angustias veladas, dolorosas todas ellas... Hasta que cruzó
un niño pequeño: miró y sonrió...
No es posible
explicar... ¿Para qué? La trascendencia queda revelada en la pureza y en la
sonrisa de un pequeño. Cuando la percibes, en verdad, no es necesario que
vuelvas a preguntarte nada. La sonrisa... no pide nada, ni puede retribuirte
nada. Allí está escondido el “camino del bosque.”
Ve, pues, simplemente
ve y en silencio. Y despierta a las aspiraciones
de tu corazón. ¡Magnífica pregunta asoma en el horizonte!
Tú vivirás las aspiraciones de tu corazón. Aquello
eres tu mismo: el respiro del SOPLO y
el deseo profundo sembrado en tu alma... Eres ese Rayo de Luz que brota del
Corazón de Dios.
Y, sin
embargo, todavía voy penando por esos caminos... ¿Qué ocurre? ¿Estoy tan lejos?
¿Sigo dando vueltas y vueltas sin aproximarme? Porque a veces creo errar tanto
que no sé hacia dónde voy...,
Pero, te acercas. Te acercas y llegas una y otra vez cuando
sabes que sigues, cuando sabes que lloras, cuando –a pesar de todo- ni aquí ni
allí te quedas...
¿Todo es
Misterio? ¿Por qué tanta fatiga? Calla, calla y no pienses ya. Deja esa razón
tranquila en su casa y apacigua el ego y los pensamientos que te ahogan lejos
de tu casa.
Alberto E. Justo