Basta un instante
para alcanzar el “lugar” deseado. Quizá en el momento no parezca así. Queda
mucha huella y peso de lo que pasaba en el camino, mucha fatiga y no pocas
dudas...
Pero ¡vuélvete en
un instante y persevera a pesar de las impresiones que no dejan despejar el
alma! Insiste, sin más. Alcanzarás la altura deseada en la misma medida en que
sigas, confíes y no te dejes abrumar por
nada.
Los enemigos del
alma no quieren que abras los ojos y veas la realidad.
Es posible orar a
cada instante y es posible que la oración tenga mil maneras. No estás llamado a
repetir esto o aquello: el Señor llama, sí, es verdad, pero te llama a ti. No
se trata de “modos” generales, ni de abstracciones, ni de métodos.
Dios viene al corazón
y es directo: en el secreto de cada uno. Dios “crea” cada vez... ¿Le negaremos “originalidad”?
Alberto E. Justo