miércoles, 12 de junio de 2013

¿perder o ganar?

¿Perder o ganar? Semejante alternativa nunca ha de ser la del peregrino en la vida espiritual. Por el contrario, los caminos son otros y  acabaremos por arribar, las más de las veces, a afirmar que quien pierde gana y quien gana pierde. A afirmarlo porque lo hemos experimentado así...
Pero es preciso detenerse en una consideración más profunda: nuestra vocación lleva a un horizonte de transfiguración y de resurrección que poco o nada tiene que ver con las opciones de este mundo.
Para SER hay que dejar de ser... Y dejar porque... “nos dejan”. No somos nosotros los que “dejamos” por elegir esto o aquello. El que ES nos eleva en sus propias alas y nos levanta hasta su Corazón... Ahora bien, esta “elevación” inaudita comporta un misterioso “descenso”, que nadie puede describir ni explicarse.
Es mejor dirigirse a Dios “directamente”... No hablar de Él (en tercera persona) sino hablarle a Él porque es Él quien primero y siempre nos habla. Y nos dice: ¡VEN! Y nos dice, y nos repite: -Ven a casa y deja lo que no nos pertenece... Tú, sígueme...
¡Tantas veces parece que... perdemos! Pero no perdemos nada, ganamos todo.
Dejemos, pues, imágenes “porfiadas” y antojos menudos. Siempre creemos que Él nos restaurará éste o aquél reino. Siempre detrás de figuras que no son tales...
En todo “abandono” el Señor nos repite: “hoy estarás conmigo en el Paraíso.”

Alberto E. Justo