Nada pierdes de “tu”
pasado si has sabido guardarlo en el Corazón de Cristo... No podemos sospechar
la proyección infinita de nuestra vida hecha Una en el Corazón del Señor.
Todo lo que ayer
soñábamos, todo lo que ha latido con la moción de su Gracia, nuestros caminos,
nuestra peregrinación –a veces increíble- acaba transfigurándose y realizándose
(como no lo imaginamos) en Dios.
Dejemos brillar el
Misterio acogiendo el regalo divino... El silencio y la admiración abren lo que
parecía olvidado o sin sentido...
Alberto E. Justo