Purifica tu visión, olvida todo lo que tenías por irrepetible y único... Quizá el Misterio de la Presencia de Dios se abra camino en tu corazón en la misma medida en que tú te abandones a Él.
No te apresures sin necesidad. No copies nada ni recurras a nadie: porque tu sabes muy bien que es vano soñar sólo lo que place.
No copies... Puedes simplemente inspirarte en un paisaje, pero no pretendas poseerlo, deja que DIOS te posea y nada más.
Junto a aquella colina, allá lejos y allá cerca, hay una ermita -diminuto santuario- llena de flores. Un jardín, un templo, sin otro perfil que no sea el que descubre tu corazón. ¡Quédate allí, y descubre el tesoro que no imaginas!
Alberto E. Justo