Pensamos... tal vez en demasía... que el Señor, nuestro Dios, permanece allá lejos, que, tal vez, nos mira con un catalejo o desde muy arriba. En suma: que está, sí, claro, pero bien más allá. Cuando decimos el Padrenuestro lo "ubicamos" en un cielo lejano y más que inaccesible, olvidando el verdadero sentido de la trascendencia... O quizá lo "fijamos" en alguna imagen o figura...
Pero algún día -así lo esperamos- quedaremos sorprendidos y más que admirados de que estaba y está y es ¡tan cerca, tan próximo, tan inmediato!
Nada tan inmediato y tan penetrante como los "ojos de Dios".
Como los peregrinos de Emaus lo reconocemos en el Sacramento, pero cuando desaparece de nuestra vista o de nuestros sentidos es cuando está más cerca... ¿Cerca? No tenemos palabras para decirlo.
Alberto E. Justo