A veces ocurre: creemos estar lejos, y es verdad. Es curioso: el hombre huye y -a pesar de todo- no logra escapar. Y es porque no sabe dónde está. A veces se alegra cuando le parece estar muy dentro de una ... "institución". Otras veces cae en la cuenta de que nunca ha estado allí, porque no pertenece a "nada".
Acerca de esto es necesario afirmar la verdad más evidente: a "nada" pertenecemos.
Es un secreto dichoso: no pertenecemos, no estamos en ningún sueño, no hay mejor referencia que nuestra luminosa soledad.
Hay un profundo escondite, un refugio inefable: en el silencio y el gozo del Padre, en la Gloria de Dios. Dios presente nos esconde en Su respiro y en su Vida y no nos deja en manos de curiosidades o de impertinentes curiosos... Porque nada ni nadie nos puede alcanzar. ¿Alcanzar? Ni ver ni tocar.
El espíritu no tiene domicilio. Nada sabe de una "guía", ni figura en listas de ningún elenco consultable...
Porque estar "aquí" es, en realidad, estar allí, o al revés.
¡Dios nos oculte siempre en Su Vida, en Su Misterio!
Alberto E. Justo