Es posible y aun deseable permanecer con valor respetando las propias convicciones. El peregrino aprenderá, por fin, el valor de su conciencia y la necesidad vital de su firmeza.
No son los "dictados" de presiones totalitarias ni los fantasmas del camino los que obligan o apabullan a los que se tienen por más débiles.
La fuerza del hombre está en permanecer y en su fidelidad. En estos tiempos las traiciones y las mentiras de los mediocres parecen cubrir un oscuro horizonte, cerrado a la esperanza...
La fuerza y el honor del silencio ha de manifestarse en la rectitud y en la constancia.
Alberto E. Justo