No basta una instante para aprender a vivir en desapego. El "desprendimiento" precisa de la Providencia y de la Gracia... Por ello hemos de contar con nuestra condición y con nuestra realidad para perseverar en un camino que no se revela de un solo golpe.
Ser "separado", despegado de todo lo perecedero, requiere tiempo, constancia y cultivo perseverante del "asombro". Es curioso: cuanto más avanzamos en el plano del "abandono" más despiértase la admiración por lo maravilloso, por lo sublime. ¿Hallamos la profunda verdad de las cosas cuando les decimos "adiós"? Quizá sea así. Pero lo esencial es que las poseemos cuando las dejamos o cuando no nos empeñamos en apropiarnos de ninguna de ellas.
Descubrir el "ser esencial" presente, es decir nuestra "vocación espiritual y celeste", nuestra condición de hijos del Padre... quitando, desde luego, cualquier impedimento, pero atendiendo siempre a la luz que no se apaga en nuestro interior.
Alberto E. Justo