La pregunta se reitera y no se responde más. No se va ni se viene. Quien ha hallado su corazón y su centro no sabe si regresa y no sospecha si se aleja por los andurriales de una peregrinación pletórica de vida y de misterio...
No, no somos lo que vanamente se nos adjudica. No somos lo que aparece y nada más. No constituye nuestra vida el disfraz o la máscara que manos atrevidas pretenden imponernos. No somos "eso", tampoco aquello... En el corazón, en la hondura, hallamos la libertad.
¿Aunque lo perdamos todo? Y yo pregunto también: ¿qué podemos perder, qué quiere decir "perder"? No valen las "posturas", cuenta siempre la sinceridad y la transparencia. Hemos dejado "ideologías" y "manías". La discreción, el discernimiento luminoso nos guía... Es hora de confiar.
Alberto E. Justo