Cuando la luz aparece no hemos de apagarla o disminuirla, sino dejarla brillar. Cuando nuestro corazón es alcanzado por esos destellos que revelan el ser profundo, aun inesperados o incomprendidos, hemos de respetar, aprender a recibir lo que nos excede y nos eleva.
¿Quién se atreve a describir la respuesta que percibimos en nuestro interior ante una pieza musical sublime? Y sin embargo nos damos acabada cuenta, somos plenamente conscientes, de su realidad y de su virtud.
Alberto E. Justo