Si elevas los ojos y el respiro en Dios descubrirás que lo real es el deseo de tu corazón. ¡Cuánto se oculta en este secreto del que vives y constituye tu condición verdadera! Déjate alumbrar por esa luz indescriptible... Eres ya centella y chispa del único fuego...
No puedes traducir en palabras ni en conceptos eso mismo, aquello, que deseas. Y la paradoja es que ya lo encuentras, que ya lo tienes, aunque no lo digas, aunque en medidas humanas no lo sepas.
¡Hombre celeste y terrestre! Eres un único regalo. Deja ser el ser.
Alberto E. Justo