Todos los días podemos dar con una apertura maravillosa. Es la aurora en nuestro interior... No hay mejor lugar que la sencillez de este horizonte espiritual que se nos descubre a cada momento.
Vamos de camino y descubrimos perspectivas que no podíamos imaginar antes...
Es preciso huir de la duda y de los temores que acechan nuestro andar. Y confiar en Aquél que es nuestra vida, nuestro gozo y, también, nuestro secreto.
¿Sospechábamos, acaso, que Dios mismo es nuestro "secreto"?
Alberto E. Justo