Confiar totalmente en el Señor es el acto y el hábito que se presenta a nuestra consideración... Me atrevo a decir que se trata de algo más que un hábito, que es un latir de vida que brota de la gracia. En los mejores momentos, en los peores, en la enfermedad, en la perplejidad, en las horas de confusión, en las noches más oscuras. Esto es: siempre: como un respiro. En suma, es propiamente respirar y respirar hondo.
El Señor se complace en nuestra confianza, en el abandono que comporta dejar que Él obre en nosotros... A una monja Clarisa le decía Jesús: -"déjame ayudarte". Esto es: déjame que te de todo lo que necesitas ¡y lo que deseas!
Por ello, no temas. Alégrate en el Señor con María. Lo que hoy te abruma, en la plegaria será luz y paz mañana. No dejes de orar. La vida vale lo que vale la oración...
Si ahora mismo el desconsuelo y la incertidumbre te invaden, si no sabes qué hacer, si temes el desamparo, ve DIRECTAMENTE a Dios y obtendrás más de lo que esperas.
Y recuerda: la contemplación "sin medios" es posible en esta vida... Y si Dios te ha llamado ya estás habitando con Él y en Él...
Alberto E. Justo