¡Rotura de ilusiones! Y, sin embargo, nuestra vida continúa por su cauce, un cauce que no logramos ver en totalidad... ¿Es necesario ver demasiado?
Cuando las "estructuras" aprietan donde las juzgamos superfluas e inútiles, sabemos que es preferible "dormir la siesta". Hay dolores que no se curan con indiferencia o con "sanaciones" apresuradas. Sólo se nos invita a hallar un sentido más elevado, un sentido en verdad liberador, en el andar cotidiano y en cualquier ocasión...
Esto que hoy sufrimos es una escala que nos lleva muy alto. Pero no a cualquiera, sino a los que lo padecemos. No todas las víctimas son iguales.
Pero todas las horas tienen su amanecer y su ocaso. Y las horas son diferentes y nosotros también. Quiero decir que algunas "duelen" más que otras; pero si duelen: por algo es. Porque hay una participación misteriosa, que es vocación muy subida, que nos cuesta descubrir.
El martirio supone, hoy por hoy, no saber muy bien por lo que se muere. El núcleo de luz de cada paso está escondido, pero refulge en el secreto admirable e inefable del llamado de Dios.
¡Adelante, pues, y confianza en el Espíritu!
Alberto E. Justo