Es en esta hora, en nuestro presente escondido en el Misterio, cuando -una vez más- descubrimos la senda que nunca abandonamos... Porque ilumínase, más alto, el sentido de nuestra peregrinación...
"No temas", nos repite el Señor, "tú estás más alto y más seguro de cuanto imaginas."
El viaje, nuestro viaje, no acaba ni sigue de esta o de aquella manera; recibimos el soplo (nuestro respiro) más alto que todas las "determinaciones" o condiciones imaginadas...
No quisiéramos quedar anclados u olvidados en parajes resecos, donde no se deslizan los arroyos, ni vuelan las aves, ni llega la brisa...
¿Hemos olvidado dónde está la fecundidad y el centro de la Única Realidad, que es nuestra Morada?
¡Ven Señor Jesús!
Alberto E. Justo