Ya en el bosque
carecemos de reparos. Nuestra alegría es aquello que ES. Cuando dábamos vueltas
por “afuera” menospreciábamos su profundidad y su carencia de fronteras.
Una vez en su
interior no recordamos las peripecias que nos detenían “alrededor”.
Es imposible hablar
y describir lo de “dentro”. El ABISMO está abierto, por fin. Pero no admite que
hablemos de él. Nos invita, una y otra vez, a pasar adelante, a ir más allá... “directamente”
y “sin medios”.
Alberto E. Justo