Pero al peregrino no
le faltarán oportunidades para descubrir, siempre más hondo, su destino, su
misión, el sentido que ilumina su vida...
¿Por qué detenerse
en una búsqueda maravillosa que no depende de los “unos” ni de los “otros”?
No es hora de apartarse, ni de
olvidar esa huella que se ha tornado tan profunda.
Aquellos que miran hacia aquí... nada ven. Ni siquiera
sospechan que haya “algo” que valga la pena descubrir.
En realidad es muy frecuente caer en los lazos de una pereza
que traba las mejores intentonas.
Sepa quien busque y lea: vale la pena insistir. Sí, vale la
pena luchar por “aquello” que no alcanzamos a decir, pero que descubrimos en el
secreto del corazón.
Es curioso, lo mayor, lo más alto y profundo, nos queda sin
perfiles ni definiciones. Calla, pero se comunica ¡y cómo! por un “toque”
inefable...
Y seguimos nuestro
camino... Seguimos, en suma, nuestro “misterioso” DESEO... Volar más allá
entrando en el secreto más interior...
Alberto E. Justo