Aún puedes salir de
cuanto te pesa y detiene. Lo que parece matar sólo logra despertar zonas
desconocidas.
Los tiranuelos son
peligrosos según las pretensiones que los mueven, pero siempre (todas ellas)
son vanas, no pueden ir más allá, antes o después caen y desaparecen.
Pero el peregrino
ha de estar advertido: ha de evitar a aquellos que pretenden imponerse en
nombre de Dios. ¿De qué “Dios”? Es importante hacerse esta pregunta y meditar...
Eso que con porfía
imagino: no es Dios, ni puede serlo nunca. No se podrá delimitar ni encerrar a
Dios en normas o preceptos (menos en antojos de ideologías).
En efecto: “aquí
hay Alguien que es más que Salomón”...
Ore y medite el
peregrino y no se pierda en las solas exterioridades que no son, ni siquiera,
imagen de ningún desierto.
Alberto E. Justo