Sabemos ya que aquí no se trata de un... antojo, ni menos de capricho alguno.
Se trata de un regalo, de un don... El alma ES elevada.
Por ello aceptemos con gozo esa realidad que nos libera, cuando en efecto nos redescubrimos en el mismo Corazón de Dios, donde somos, nos movemos y existimos.
¿Qué dirás en tu corazón? Como un niño apenas alguna cosa, pero, sobre todo, te aprestarás a escuchar, a penetrar en el corazón de ese templo incomparable que eres tú... Ten, pues, conciencia de tu realidad verdadera. Esto es: "dónde en verdad respiras"... ¿Cuál es el "aire", el "soplo" del cual vives?
Medita sin cesar estas cosas...
Alberto E. Justo