Es un desafío reconocer que nosotros mismos hemos armado las estructuras que nos oprimen... Es urgente "desmontarlas" y desarmar los hierros que cubren el castillo interior que, a veces, queda muy pequeño. Y esto es posible, y muy posible, cuando quitamos fuerza a los mosquitos que vuelan o a la lluvia o al viento... Ningún mosquito tiene identidad ideológica. No nos afecta su vuelo aunque luego nos lamentemos de alguna picadura... Pero no podemos levantar una frontera a causa de los insectos.
Cuando sufrimos como consecuencia de esas estructuras (¿tantas son?) es lo mejor no hacer caso y aceptar las picaduras. Nuestra vida no cambia por ellas. Somos los que somos, a pesar de las injusticias que podamos padecer.
Desmontar, una y otra vez, esos muros. Y penetrar en nuestro castillo interior desde donde se abre todo el horizonte de libertad. Es pequeño..., pero es enorme. ¡A descubrirlo pues, sin vacilar y con confianza!
Alberto E. Justo