Sin tanto título, escribo
estas pobres líneas, en las horas difíciles del cotidiano combate. No hallo ese
horizonte, que parece tan lejano...; y no termino de convencerme que está más
que inmediato.
Sigo luchando en el inmenso desierto que no se nombra ni se
describe. El camino es arduo, la fatiga harto tenaz... ¿Qué son estas horas de
tanto dolor y ausencia?
No es posible expresarlo. El dolor no se describe. Amanece
esta noche, más oscura y, tal vez, más luminosa, ya que no lo puedo –en modo
alguno- sospechar.
Alberto E. Justo