Todo "desprendimiento" comporta la desaparición de los límites que nos protegen. Ya no tenemos esas "seguridades" que parecían garantizar nuestros pasos y, de un modo o de otro, darnos la razón. Ahora el Misterio ocupa el centro porque hemos partido y confiado todo... Y sabemos que el Padre, en verdad, no nos deja nunca... Cuando desaparecen las fronteras brotan las flores nuevas. Es el anuncio de ese nacimiento que siempre somos.
No son las armazones, ni los tornillos, ni las tuercas (por más ajustadas que estén)... Arrojo, pues, y paz.
Alberto E. Justo