No te dejes engañar por promesas vanas... Sé siempre tú mismo, que es lo que descubres, no ya bajo tu brazo sino en tu corazón. Los que estrenan nuevos disfraces o portan pretensiones nuevas y te dicen lo que no eres simplemente, mienten.
Se ha extendido la mentira con la fuerza de una tempestad imparable, que sobre todo insiste en aquello que en realidad no eres, ni serás.
No temas tampoco las amenazas de los necios... A estos no les queda otra que amenazar...
Aférrate al Amor de Dios, descansa y no te asustes de la torpeza que nos rodea por todas partes. Hay quienes te prometerán cosas, esos que siempre están por llegar pero no llegan nunca... Deja y abandona la estupidez, deja: mil veces deja y gózate en el regalo de la gracia de Dios.
Alberto E. Justo