Es como escribir un "diario", donde queda grabado (de algún modo) eso tan bueno que el Señor te regala a cada hora.
No aceptes ni admitas lecciones de este o de aquel tipo... Nadie sabe bien lo que dice o lo que quiere decir. Tu lenguaje sea siempre el propio del desierto, el silencio reparador y el olvido que no tiene precio. Y si quedaron pendientes algunas cosas de esas que no faltan: "¡déjalas morir a la vera del camino!". En suma: aprende a dejar para recibir lo más alto y subido en el misterio de tus días.
¿Pensabas que no tienes "ahorros suficientes", que no sabes nada de esto o de aquello, que es mucho lo que queda por hacer? ¿Crees que podrás ahora lo que ayer no podías? Es posible, pero no has de alcanzar ninguna meta soñada que sea extraña al silencio o a la gracia de Dios.
Abandónate, pues, en el secreto de Belén. No interrumpas su quietud... Simplemente: adora y vive, que a eso mismo eres llamado, ahora y siempre.
Alberto E. Justo