La Voz que nos llama resuena en dimensiones cada vez más elevadas..., pero nunca más lejanas. Por el contrario, la invitación es siempre más íntima y más profunda, más honda, como no lo podemos sospechar.
El camino de la soledad y del silencio no puede quedar encerrado en ninguna estructura, ni limitarse... El camino es de "confianza" y fecundo abandono y no se pierde jamás.
El hombre, el peregrino, quisiera muchas veces destacarse o hacerse valer en definiciones o estadios a fin de obtener distintos grados o relieves. Pero el "desierto" de de otra índole y por el desierto nos lleva Dios.
Sí, en efecto, una vocación que parece lejana y es la más cercana e inmediata. Ahora la "fuga" es un encuentro que todo lo trasciende y todo supera.
Alberto E. Justo