¿Por qué no? También el bosque tiene semejanza con el desierto. Tal vez la soledad, hasta el silencio que tanto amamos...
Figuras que aparecen en nuestro interior y que son -¡tan pequeñas!- comparadas con la grandeza del corazón...
Pero no se trata aquí de conceptos o de imaginaciones. El "interior" es una vivencia que se descubre por gracia de Dios. Son los "latidos" del corazón, el respiro que no se define, en suma esa vida participada que nos viene de Dios.
Alberto E. Justo