La intención más grande, el deseo mayor, la vocación de permanecer siempre en el Corazón de Cristo... ¿Dios puede negar lo que tanto, desde el fondo de la conciencia, ASPIRA a Él? Porque la "aspiración" es don del Padre que nos hace hijos en el Hijo, en el Espíritu Santo...
No podemos describir ni explicar lo que supera cualquier expresión. Lo que sí sabemos, y es así, es que ser monje consiste, en efecto, en desearle con Su deseo...
Todos los claustros del mundo, todas las ermitas, todas las mayores soledades: valles, desiertos y montañas, no alcanzan a insinuar siquiera, lo que cumple el deseo de ir a solo Dios. Solo, a solas con el Solo.
Alberto E. Justo