La barca se desliza por el centro del río y las ramas de los grandes árboles cubren, de orilla a orilla, el cielo escondido. Pero no lo ocultan, lo predican, como tantas veces ocurre cuando un velo cae suavemente ante un soñado paisaje.
Entonces un tendal cae de repente, porque hemos visto más allá...
¡Horizontes siempre nuevos! No son ilusiones sino aperturas a lo insospechado.
Así es mi ermita en el centro de mi corazón.
Alberto E. Justo