Pregunta ociosa, tal vez, ya que creemos que Dios escucha nuestras plegarias y las atiende. ¿Es necesario ir más lejos o esperar con angustia los silencios oscuros que, con frecuencia, nos rodean?
El peregrino topa hoy con la terrible indiferencia de un egoísmo cruel que sólo permite atender ciertas esferas, generalmente signadas por la llamada economía o por las técnicas de un materialismo atroz.
Tanto el enfermo, como el "abandonado" por una sociedad inmisericorde y distraída, sufren las consecuencias de un mundo que ha sustiuído la Fe por el cálculo y la confianza por el culto del "progreso".
Sin embargo no despreciamos la lucha ni desesperamos por el espectáculo cotidiano. Vivimos en Aquél que vino a los suyos y no lo recibieron, y sabemos que no hay conciliación posible entre la Luz y las tinieblas...
Pero es claro que nos preguntemos por la Luz y supliquemos al que todo lo puede que nos ilumine con su Presencia y con su Paz.
Alberto E. Justo