Alégrate en el Señor. Festeja cuanto Él te regala...
No te apresures, deja que Su respiro y tu respiro se unan más allá de cualquier forma o figura. Deja que venga a "casa";abre las puertas y no pongas condiciones ni definiciones, simplemente recíbelo en tu corazón cuando te llama. Porque realmente te llama. Acude, pues, sin temor ni reserva. Es inmenso lo que se abre para ti... ¿qué más?No hay más, sólo Dios basta.
Alberto E. Justo