¿A pesar de que no perdones o no hayas aprendido a perdonar? ¿Se aprende a perdonar? La ternura y la misericordia divinas no tienen límites:brotan siempre de un corazón puro y abierto; de un corazón abandonado.
¡Suelta, pues, tu afán y tus reparos! Sobre todo: no temas ya, no temas. Que el beso de Nuestra Madre te regale una sonrisa más alta y descubras, en la oscuridad también, su presencia inefable.
Alberto E. Justo