En la horas del silencio y de la meditación topamos, de un golpe, con la novedad de un "vacío" inefable que deja todo el espacio libre para Dios. Nadie nos apura y todo se abre... No diremos que descubrimos algo nuevo y nada más... Hay aquí un camino y algo más que un camino. La subida al monte comporta el eco admirable de una palabra que nunca calla. ¿El eco?
Aventúrate por esas sendas que no acabas de conocer todavía... El Señor no se esconde: Te guarda y te esconde...
Alberto E. Justo