En estos momentos, como en tantos otros, las contradicciones se multiplican desaforadamente, empujando las unas a las otras sin orden ni concierto... ¿Qué pasa en estos y en tantos otros parajes, cuando percibimos la ausencia de la paz? ¿Hemos olvidado -acaso- la promesa del Señor que nos ha hecho "custodios" de Su paz?
El "enemigo" del hombre es el miedo y, sobre todo, el miedo a perder dinero y poder o lo que sea. En suma al despojo, sí miedo al despojo liberador que nos da valor en cualquier caso.
El enemigo no da tregua y tiene hoy por tarea confundir y dispersar a los viandantes o, si se prefiere, atontarlos más de lo que ya están. Téngase en cuenta que nunca deja el tonto de tontear. Y son éstos los que detienen el andar de los peregrinos, pintando peligros imaginarios y fantasías con las que creen mantenerse de pie.
Olvide el hombre sus dudas y láncese valiente, que Dios le tiene aparejado un destino mejor que sus prevenciones y vacilaciones. Tenga palabra y una conducta viril y constante.
Alberto E. Justo