A pesar de las amarguras de los tiempos y de las horas resplandece una luz nueva de la que no hemos de apartarnos ya. El Desierto se refleja en luces inéditas, en las sorpresas, quizá, de un mundo que, por fin, se acaba. Porque hay quienes se levantan para impedir la oración y la piedad, para debilitar cada vez más el paso de los viandantes en procura de una vida más alta.
¿Qué cercanía hay entre la mentira y la desilusión causada por el engaño falaz de los indiferentes?
Mira, si no entiendes muy bien lo que digo ahora, deja junto al lago la suma de tus lágrimas que, seguro, no mienten jamás. Sí, llora sin vergüenza y sin más pena de la que toca a tu corazón. El Señor te llama, no al éxito ni al "reconocimiento" de algunos, sino al misterio insondable del que nadie puede ser testigo. Tienes, por tanto, lo que ahora mismo deseas, aunque máscaras lejanas te lo quieran arrebatar.
Alberto E. Justo