Nada tan grande y suficiente como esta simple afirmación de Fe. ¿Sabes? No es necesario buscar afuera ni en ninguna parte. El Señor ya nos ha conquistado: Uno somos con Él.
Desde pequeños fabricamos ilusiones y nos apegamos a lo más perecedero, teniendo por verdadero lo que no es...
Volvamos, por un instante, al Belén de nuestro corazón. Es ahora mismo la morada que nos abre sus puertas, puertas verdaderamente abiertas en el Corazón del Señor, que es el nuestro y nada más. Allí late nuestro secreto y nuestra vida.
Alberto E. Justo