Aunque no sea grato: tantas veces aguardamos lo que no llega (ni puede llegar). Pareciera que los sedientos hemos de permanecer sedientos y desfallecientes en un mundo que sólo se limita a mirar y a justificar espantosas indiferencias.
Pero tarde o temprano la torpeza se derrumba y los que creen dominar el mundo acaban esclavos de sus propios tropiezos y sinrazones. En suma, el que cree o pretende dominar es dominado y permanece en su exilio.
Que el peregrino a nada y a nadie se "apegue"... Libérese el hombre de sus límites y angosturas, de sus pretextos, de su vana sed de dominio. Piérdase, más bien, en el silencio de su plegaria. Aunque no llegue a expresarse, aunque no piense nada.
Ore profundamente en el inmenso silencio de su corazón. Habite allí, en su corazón. Alégrese de hallarse hasta tal punto levantado sobre toda criatura, por encima de cualquier suposición...
Alberto E. Justo