¿Por qué vacilas? ¿Porque duele y duele mucho? En realidad nunca sabemos bien qué es lo que duele. Porque más de una vez quisiéramos percibir esa música que resuena, bellísima, en lo más alto y profundo... ¿La percibimos? Quizá no hemos aprendido a recibirla sin más en nuestro corazón, tantas veces agobiado.
Hoy volvemos la mirada más lejos tal vez, con el ánimo de "recuperar" lo "tantas veces" perdido.
Y, sin embargo, aquí estamos, seguros de no perder -¿perder?- lo que teníamos por ¡seguro!
Recibe, amigo mío, la paz y el saludo jamás ausentes... Recibe, que no pierdes ni hoy, ni ahora. Ha llegado la luz, ha llegado la aurora. Pero no puedes "medir" y esto no interesa. Abre la puerta y derriba luego los bastiones...
Alberto E. Justo