Puede parecer demasiado reiterativo... Pero nos mantenemos firmes en nuestros pasos, aunque la debilidad y las pruebas jueguen a detenernos y a frenar las mejores intenciones.
No hay "detenimiento" posible en los pasos de Dios. Sí, comprobamos la delicadeza de un andar inefable. ¿Adónde te seguimos, Señor, nuestra urgencia es grande o, al menos, así nos parece... La urgencia está en el Misterio de un Rostro sonriente e invitante, que no nos abandona jamás. Un Rostro que trasciende y supera todas las maneras, un Rostro sólo interior y profundo...
Allí encontramos todo el Bien y toda la Belleza...
Ya no podemos copiar. Y permanecemos solos "a solas con el Solo", con el Único.
Alberto E. Justo